cortometraje, Colosio, cartel de mazatlán

 



Proyecto de novela y cortometraje

Enemigo gratuito

e incómodo pregonero

El 24 de enero de 1994 Enrique Soberanes Acevedo, agente de gobierno, fue detenido por policías judiciales del Estado por órdenes de Guillermo Alfredo Salgado Mendoza, director de gobierno, por negarse a pagar un choque de carros ocurrido a mediados de diciembre de 1993 al entrar y salir, ambos, del estacionamiento del palacio de gobierno por la calle Ignacio Allende.

En noviembre de ese año, Guillermo Mercado Romero, gobernador de BCS, en un local dental que se encontraba en la esquina de Belisario Domínguez y Navarro, propiedad de Hugo Chiquett, local conocido por los vecinos como "La Jaula de las Locas" ordenó que levantaran al periodista Jacinto Romero porque habría publicado que su esposa estaba sumida en la bebida al enterarse del amasiato de su esposo con su exsecretaria particular, Maribel Cosío.

Una vez que Enrique Soberanes fue declarado, por quien se firma como comandante Cornelio Cota Geraldo, asentó que Guillermo Alfredo Salgado Mendoza lo había contratado para 'levantar' al periodista.

Francisco Javier Sánchez Ojeda, hasta 1998 le entregó a Jacinto Romero, copia del informe que el comandante Cornelio Cota Geraldo, le hizo llegar al director de la policía judicial Fernando Antonio Gastelum Lara el 24 de enero de 1994.

      



La noche que el maniguetas (así le dicen al exgobernador Guillermo Mercado) ordenó borracho y drogado que levantaran al periodista, el chiquiado (así le dicen a Guillermo Alfredo Salgado Mendoza) aceptó con gusto cumplir la orden. Para ello ofreció 3 millones de pesos, como ya se dijo a Enrique Soberanes Acevedo.

La orden la suspendió Raúl Antonio Ortega Salgado pues un hermano del periodista perdió la vida en un accidente carretero el 20 de noviembre de ese 1993, dos días después de la oferta a Soberanes.

Era tal la desesperación del chiquiado de hacerle daño al periodista que, sin medir sus palabras, al estar borracho en el Bar La Casita, ubicado en las calles de Esquerro y Ocampo, mientras Eusebio Chevo Higuera le rascaba a su lira, casi exigirle al chorizo que le diera el dinero para que Soberanes cumpliera el encargo. El guitarrista escuchó lo que pedía el beodo y drogado funcionario público que hizo voltear al Tony (como le decían sus amigos) para donde cantaba el Chevo el corrido del Cabo Fierro - Espérate- le dijo - durante la peregrinación de la Virgen que lo levante- finalizó

Al día siguiente el chiquiado, en estado etílico trató de salir manejando por la calle Allende, y al momento Soberanes apresuró la entrada pues un tercer vehículo venía por la acera izquierda, chocando casi de frente con el vehículo de su contratante que le había hablado por teléfono para recoger el dinero.

Furibundo el director de gobierno le exigió al agente de gobernación que le pagara los daños puesto que él había tenido la culpa. No fue así. El Chiquiado intentó salir por la entrada vehicular lo que lo convertía en responsable pues la salida estaba a su derecha.

Caprichudo como era (por eso le dicen el Chiquiado) lo amenazó con suspenderle la nómina hasta en tanto le pagara los daños. Del ordenamiento por el levantón se olvidó.

Enrique Soberanes ya había cobrado las dos quincenas del mes de diciembre y cobró el aguinaldo sin que el caprichudo se enterara, evento que hizo enojar aún más al director de gobierno.

En enero, luego de cobrar quincena y segunda parte del aguinaldo, Enrique se negó a pagar el choque pues estaba seguro que él no era culpable. Entonces el Chiquiado habló con el director del policía judicial a quien le pidió que detuviera a Soberanes como un escarmiento y para que supiera quién era el jefe.

Una vez que Arturo el Triqui Sotelo, MP del caso, pidió al detenido para declararlo se le informó que ya lo habían soltado porque amenazó con hacer público el levantón del periodista.

Una vez que se 'escondió' el informe policiaco, el Chiquiado a los meses contrató a otra persona pero ese día le informaban que un hermano del periodista había sido apuñalado en una fiesta (realmente se trataba de un primo hermano que llevaba los mismos apellidos del reportero) lo que obligó a suspender de nueva cuenta el ordenamiento del maniguetas.

De pronto localizan en las cercanías del rancho El Ancón, a 22 kilómetros de la ciudad de La Paz, el cadáver semiquemado del corresponsal de Gran Cadena Rasa y El Heraldo de México lo que les hace idear un plan maquiavélico para culpar al periodista objetivo.

Manzano y el Cocula, policías judiciales del estado fueron comisionados para presionar a Jacinto Romero haciendo como que les auxiliaría en la investigación. Para ello se estarían comunicando por teléfono para que les dijera qué habría indagado. 'Pedro' era el nombre con el que se identificaba para que les pasaran el teléfono en la guardia de la judicial a los investigadores oficiales.

Fueron días muy angustiantes para el periodista quien tenía un alejamiento con la esposa por no querer compartir el temor que sentía al saber que algo grueso se traían las autoridades en su contra pues dijeron que la pistola con que mataron al corresponsal era de las mismas características que Jacinto Romero pretendió venderle al director de la policía judicial del estado, 6 meses antes.

La pistola 38 mm que sólo estuvo en manos del periodista un día, fue vendida por el Comandante Escopinichi a un policía municipal pues Jacinto ocupaba el dinero para los uniformes, zapatos y útiles escolares de sus hijos.

También el comandante de homicidios de la PJE, Antonio Nieto, realizaba sus investigaciones por separado mismo que estuvo presente en la prueba de balística que se le hizo a la pistola, arma que le fue decomisada a un músico ya que el policía municipal se la había vendido inmediatamente para su resguardo personal pues ya lo habían amagado dos veces para quitarle el dinero de la tocada nocturna.

En esos días Jacinto Romero trabajaba para el semanario 7Dias que dirigían Juan Antonio Flores, Carlos González, Manuel Lucero y Alejandro Taboada, mismos que le ofrecieron su apoyo pues en cuanto sabían que no estaba, llegaban los judiciales a buscarlo como un acto intimidatorio y para crear desconfianza contra el reportero de la nota policiaca.

Estando Jacinto desarrollando una nota periodística sobre dos gringas que habían sido violadas por unos Todosanteños en la Sierra de la Laguna, llegó la viuda del corresponsal quien saludó de mano sintiendo la misma carga corporal que sintió Jacinto cuando un ingeniero también lo saludó de mano en enero de 1975, a dos días de haber dado muerte con su Mustang a un policía que se dirigía a su casa en bicicleta. Esa misma sensación le hizo creer que la viuda lo había matado. Jacinto siguió con su nota periodística, dando la espalda a la visita que ya platicaba con Carlos y Antonio. No se dio cuenta que a su chamarra, que estaba en el respaldo de la silla, ella le introdujo un papel.

Esa noche fue a una pachanga invitado por un hijo del profesor William, en una casona de las calles Isabel la Católica entre Márquez de León y Normal Urbana.

Se puso una guarapeta de pronósticos reservados pero su mala actitud, al intentar servirse un trago de güisqui de la botella de una marimacha, le costó que una dama, de dos que querían con él, no lo acompañara a la cama.

Ya más noche se fue al ranchito con su compadre Jano Cota pero este lo dejó en el Valle Verde y se amaneció con la cabaretera conocida como La Yaqui.

Otro día sin dinero caminó hasta la carretera al Sur por donde de casualidad pasaba un conocido de nombre Armando Puppo quien le dio raite hasta su casa y, para tapar su deshonestidad, le regaló sandías y verduras que traía de Todosantos. Ese fue el pretexto, le dijo a su esposa que venia del pueblo mágico.

El mal ya estaba hecho. La esposa al sacudir y revisar la chamarra encontró la carta que la viuda había introducido subrepticiamente, carta que hasta la fecha no ha leído el reportero pero que fue la causal de mayor distanciamiento con su la mamá de sus hijos.

Entre otros periódicos Jacinto colaboraba para el Tensión Sudcaliforniana y El Depurador, mensuarios muy aguerridos que tenían en jaque al gobierno mercadista, incluso en el primero de ellos Jacinto publicó una especie de amparo argumentando los numerales de la ley orgánica de la administración pública que contenía el funcionamiento de la prensa (una especie de ley de comunicación social) con el que obligó al gobernador a derogar, tiempo después, el tratamiento constitucional con los medios.

Mientras indagaba el asunto del corresponsal, al estar en las oficinas de El Depurador llegaron a bordo de un carro blanco dos conocidos del director, los acompañaba una dama en el asiento trasero, vendiendo armas largas y cortas que, según su dicho habrían robado en un barco sin nombre anclado en el varadero de Abaroa. Ya encarrerados agregaron que el barco estaba lleno de paquetes de cocaína y, desde luego un arsenal de armas. Junto al barco estaban tres más propiedad del Chalán Inzunza, entre ellos uno de nombre El Aladino.

El director al día siguiente lo invitó a la dirección de la policía municipal comandada por Teódulo Sanmiguel a quien le informó lo del barco. Teódulo dijo que platicaría con el jefe de la capitanía de puerto y con el comandante del 4to batallón de infantería.

De ahí se fueron con el director de la policía judicial del estado, Fernando Antonio Gastélum Lara a quien también se le informó sobre el barco, la droga y las armas. Este respondió que pasaría el dato a la PGR.

Al pasar por la yarda del Azabache Moyrón, de las calles Las Garzas y General Núñez, le pidió al director que lo dejara ahí pues sus amigos harían una caguama que deleitarían con cervezas heladas. Como a la hora llegó un hijo del yardero, quien era muy observador, diciendo que algo raro podría suceder pues había visto a muchos sombrerudos en carros que usaban los mañosos, estos es Grand Marquis, por diferentes rumbos de la ciudad y, desde luego en las oficinas del PRI -Dicen que va a venir Colosio- remató

Luis Donaldo Colosio Murrieta era el candidato a la presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y estaría en las afueras del Teatro de la Ciudad en un acto de proselitismo.

Luego de comer y beber, el rabanito Domínguez, quién recién había vendido una picap, invitó a Jacinto Romero al ranchito. De nueva cuenta el bohemio reportero, quien contaba con buena aceptación entre las sexoservidoras, olvidaba con la bebida y la fantasía, el acoso que sentía por las acciones perversas del gobierno mercadista.

Otro día estando en la casa de su vecino Rubén Martínez, pasó Renato Avilés Rosas a quien le preguntó -¿Ya están listos? Renato respondió sin detenerse- No, Abortó.

La intención del Renato, y de 36 amigos más, todos ellos ex convictos, era el de presentarse en el mitin de Colosio encadenados para llamar la atención y entregarle una petición donde le decían al candidato que eliminara la carta de no antecedentes penales porque ello no les permitía conseguir trabajo. Rubén le confío a Jacinto Romero que Renato llevaría una pistola entre sus ropas (Renato tiene un parecido a dos agentes del Cisen, que mataron a los días del magnicidio, y al Aburto)

Más tarde Jacinto le llevó su colaboración al director del mensuario Tensión Sudcaliforniana, quien trabajaba en la escuela Gregorio Torres Quintero ubicado pasando la calle Valentín Gómez Farías, a un lado del Teatro de la Ciudad donde vio los preparativos del mitin.

Una vez que entregó sus notas periodísticas y enterarse que el Chalo Rolland le habría depositado dos boletos de una rifa de dos vochos que la SEP entregaría al poseedor del número premiado, volvió a cruzar la acera por la calle Navarro, cuando de pronto llamaron su atención el director de El Depurador quien era acompañado de El Fantomas.
-Cuídate- le dijo el director al llegar.

Inmediatamente terció El Fantomas-- hubo una rueda de prensa con el procurador y el secretario general de gobierno donde se nos dio a conocer el perfil del que mató a José Agustín --agregó-- te describieron we, atlético, alto, bigotón.
De pronto la cruda etílica confluyó con la cruda emocional lo que lo obligó a beberse, más tarde, dos clamatos con cerveza, hielo, limón y pimienta adornada con una hoja de apio y un camarón.

Como a las cinco de la tarde regresaba a su casa en un nizzan rojo cuando de pronto, por la calle Aquiles Serdán casi esquina con Márquez de León, llamó su atención su excompañero de gobernación local Manuel Santana quien le dijo- Marte! (Era el nombre clave con el que se le conocía en esa institución, en honor del dios Marte) nos acaba de hablar por radio el Chiquiado para que nos presentemos con urgencia en la dirección --agregó-- le acaban de dar de balazos a Colosio.

Colosio había hecho su mitin casi al medio día en La Paz  y de ahí se trasladó a Tijuana BC norte.

La información dejó perplejo al reportero, luego de despedirse aceleró para escuchar la noticia por televisión. A media cuadra, antes de llegar a su casa vio al Pato Gómez quien estaba platicando en la banqueta con Lupillo Domínguez y acercó su carro para decirles que acababan de balacear a Colosio -Tas loco - le respondió El Pato. Lupillo sólo se rió.

Al entrar a su casa, con ansiedad prendió la televisión para escuchar los hechos con Jacobo Zabludovsky quien en esos momentos intercambiaba información con Talina Fernández.

Enseguida una doctora declaró que el candidato había recibido dos balazos, uno en la cabeza y otro en el tórax, los dos de distinto calibre.

Más tarde un político salió a cuadro diciendo que el candidato había fallecido.

A los dos días del magnicidio, Víctor Bancalari era golpeado en La Tinaja del diablo por Renato Avilés Rosas cuando de pronto intervino Raúl López protegiendo al bardo de la Bravo. El abusivo dejó de golpear no sin antes amenazar diciendo que cumplía órdenes de Don Manuel.

Más tarde Renato volvió a golpear, ahora con un palo, en el varadero de Abaroa al poeta y periodista.
Víctor al sentir malestar se retiró a su casa de las calles Nicolás Bravo y casi esquina con Aquiles Serdán donde entró al baño para lavarse la sangre. De pronto cayó muerto a consecuencias de la golpiza.

La muerte quedó como un accidente de casa.

Los periodistas afines a los mercadista trataban de desacreditar a Jacinto Romero, incluso tres de ellos fueron a declarar que el reportero era amante de la viuda.

Los ataques de la prensa nopalera en contra del prestigio de Jacinto Romero arreciaron a grado tal de sumirse aún más en la bebetoria y renunciar a sus tres trabajos; 7Dias, El Depurador y Tensión Sudcaliforniana.

A mediados de junio de 1994 (a tres meses del asesinato del corresponsal) el equipo Swat municipal, denominado Los Tiburones detuvo al militar Alberto Salas Carrillo en posesión de cocaína y una pistola calibre 38. De inmediato fue consignado a la PGJE que, lejos se turnarlo al MP federal, lo dejaron en libertad, justificando el director de la judicial que recibió una llamada del comandante de la tercera zona militar, pidiéndole que se lo entregara.

El 31 de julio de 1995 es encontrada muerta Edith Agúndez Márquez, ex pareja sentimental del Delegado municipal de Cabo San Lucas, cuñado del secretario particular del gobernador, noticia que Jacinto Romero le dio seguimiento, incluso un libro construyó el cual sirvió de consulta para peritos y ministerios públicos que conocieron el caso. Hasta su casa llegaban los mencionados para comprar el libro.

En esos días el capitán del barco Benigno Santana fue levantado por agentes de PGR comisionados en Tijuana, en las afueras de la tienda La Perla de La Paz, contactando el licenciado Oscar Trevizo Rosas, a través de Juan Pablo López Yee, abogado del despacho, a Jacinto Romero para que le ayudara a los hermanos del capitán, en su localización.

Una vez que aceptó, Oscar llamó por teléfono a los hermanos diciéndoles que en su despacho estaba el reportero investigador. A los minutos llegaron dos tipos diciendo el abogado que ellos eran. Después de la presentación y aceptación del trabajo, Jacinto recibió 2 mil dólares de anticipo para que iniciara sus indagatorias.
Todo el mes de octubre Jacinto se hizo acompañar de un perito, un secretario del ministerio público, dos músicos y dos soplones a quienes les invitaba cervezas y droga para que lo acompañaran en sus investigaciones.

La PGR supo de lo que hacía el reportero y de inmediato mandó quemar la camioneta utilizada en el secuestro del capitán.

Al andar buscando pistas se enteró que la PGJE preparaba algo por rumbo de Todosantos.

Y si, el 5 de noviembre un avión carabelle de fabricación francesa bajó en Lomas de Baturi, con 15 toneladas de cocaína para el consumo americano. La nave no pudo despegar porque el visitador regional de la PGR ordenó que le dieran un bazucazo al no cumplir con lo acordado. Pilotos y acompañantes sufrieron lesiones y quemaduras en partes del cuerpo los cuales fueron llevados a la clínica María Luisa de la Peña de las calles Manuel Torre Iglesias e Ignacio Ramírez.

Debido a que toda la PGR BCS estaba entre los que apoyaban al cartel de los Arellano Félix, además de la policía judicial del estado, por órdenes del gobernador Guillermo Mercado Romero, los heridos una vez recuperados fueron dejados en libertad.

Jacinto Romero demostró, en su revista Cárcel Propia, la participación del gobernador en el Avionazo en Baturi, incluso otro libro le dedicó a esa historia.

Desde luego que el gabinete trató de desacreditar al osado reportero contratando a sus antiguos amigos del periódico El Depurador para acusarlo públicamente de su participación en el asesinato del corresponsal. El periodicazo no pudo estar peor para su familia.

Por otro lado, un amigo de Jacinto de nombre Carmelo Pérez Damián que habría sido operador de camiones  y de ahí pasó a ser chófer de Don Manuel el cual se enteró, por esa posición, la otra actividad que desarrollaba el exgobernador de BCS, Víctor Manuel Liceaga Ruibal, conocido como don Manuel, el cual tenía en la narconomina a todos los periodistas del Estado.

Un mes antes del magnicidio Jacinto Romero y el director de El Depurador compraron un cartón de 24 cervezas en el depósito de La Carlota, de las calles Márquez de León y Madero. Carmelo Pérez Damián pagó las cervezas pues habían acordado desarrollar una nota periodística sobre la relación de Guillermo Mercado con el narcotráfico.

Un mensaje llegado al Bíper lo hizo despedirse de los reporteros no sin antes prometer que diría toda la verdad si no le cumplía el Chorizo (secretario general del gobierno mercadista) ese día no llegó pues lo ultimaron antes.

Del gobernador Liceaga se supo que era aliado del cartel de Colombia y muy amigo del segundo de a bordo, José Gonzalo Rodríguez Gacha, conocido como El Mexicano o El Capi.

En 1992 una avioneta fue obligada a bajar en una aeropista del hotel conocido como Las Cruces, que transportaba 720 kilos de cocaína y una silla de montar con las iniciales en oro de la pareja sentimental de Don Manuel: PG
La persecución películesca no solamente se dio por aire desde que entró a suelo mexicano por la frontera de Chiapas, sino que cuando bajaron a la aeropista el equipo de Don Manuel ya estaba en el lugar para bajar la droga y la silla, objetos que fueron resguardados en una casona de las calles México y Ocampo para de ahí los chalanes dispersarse por diferentes rumbos de la ciudad pues los militares eran quienes le daban seguimiento a la droga que venía de Colombia.

Dos de los perseguidos por los militares, en sus prisas, dejaron el pickup en el que se transportaban enfrente de la escuela Conalep, de las calles Antonio Álvarez Rico y General Núñez, para de ahí tratar de entrar en un bodegón que servía de casa de campaña al candidato del PRI, Guillermo Mercado Romero. Los detenidos resultaron ser un perito de tránsito municipal de apellido Servín y un exmarino que dijo ser albañil.

Sobre éste evento Jacinto Romero escribió sus investigaciones y el jefe de prensa del gobierno del estado habló con el jefe de redacción del semanario El Guaycura para que despidieran al reportero o de lo contrario lo quitarían de la narconómina. Jacinto Romero fue despedido.

Años después, Carmelo Pérez Damián sería ejecutado en el estado de Michoacán con más de 50 impactos de balas de una AK-47, de las conocidas como Cuerno de Chivo.

De esas muertes extrañas que rodearon la figura de Don Manuel se encuentra la del senador Marcelo Rubio Ruiz el cual al fallecer, automáticamente Víctor Manuel Liceaga Ruibal ocupó el escaño vacío por ser éste su senador suplente.

También los presidentes municipales de Comondú y La Paz, el chato Covarrubias y el Toño Wilson González, murieron extrañamente cuando eran investigados por los diputados del estado,  poder legislativo donde se les había iniciado un juicio político. El uno falleció en un extraño accidente automovilístico y el otro, según trascendió, después de que le aplicaron una inyección mañosamente mal indicada.

El enojo que tenía Guillermo Mercado Romero en contra de Jacinto Romero se había acrecentado una semana después de la toma de posesión pues los militares habían descubierto 2.7 toneladas de cocaína en una bodega atrás de Embarcaciones Díaz S.A. donde sólo detuvieron al velador de apellido Gastélum.

La gran mayoría de los periodistas sabían de ese almacén donde acudían los funcionarios de gobierno, incluso un diputado constituyente estuvo en el lugar donde a su vehículo se le agotó la carga de la batería, auxiliando en ello el yonquero conocido como el Potato Mayoral.

En su momento José Agustín supo  a quién pertenecía la droga almacenada y empezó a chantajear a los políticos quienes le dieron 50 millones de pesos por su silencio.

Volvió a pedir otros 50 millones de pesos para, les dijo, comprar una casona de madera que se encontraba en la esquina de las calles Guillermo Prieto e independencia, la cual vendían en 70 millones de pesos. Le prometieron que en unos días más se lo entregarían pero como sabemos fue ultimado antes de la entrega.

Las elecciones de 1996 ocuparon la atención de Jacinto Romero, pero lo que sorprendió fue el gran fraude que hicieron los priístas Alfredo Porras Domínguez, Leonel Cota y Enrique Castro para hacer ganar al segundo la presidencia municipal de La Paz. Todo el paceño sabía que el PRI perdería las alecciones pues las órdenes de aprehensión en contra de los judiciales del estado, por su participación en el avionazo en Baturi, fueron hechas públicas por Jacinto Romero.

La viuda y la secretaria del corresponsal fueron detenidas después de que varios judiciales del estado habrían manifestado su desacuerdo con 'empapelar' a Jacinto. Incluso, delante del director de El Depurador el comandante Reynaldo Pico Martínez le dijo a Jacinto lo que pretendía el gobernador y la oposición de sus compañeros. Agregó - Si te detienen, vamos a renunciar.

Jacinto tenía ganada la confianza de los buenos policías pues en varias ocasiones les ayudó a resolver delitos de alto impacto, como el asesinato de Edith en Los Cabos y el secuestro del hijo del dueño de una gasolinera, Raúl Olachea.

La decepción que le causaron los supuestos compañeros de prensa y un temblor de más de 6° Richter, ocurrido en La Paz, obligaron a Jacinto a pensar en construir un libro que, como asentara Federico Campbell en su prólogo: ".. un libro es un sistema de relaciones y puede escapar - como el ciclista que se fuga del pelotón - a la superficialidad propia de los noticieros y a la brevedad de los cables; puede conjurar la transitoriedad de los hechos y procurar una permanencia inimaginable en el periódico que se tira a la basura y se olvida el día siguiente"

La desatención en el hogar obligó a su esposa a pedirle el 15 de enero de 1999 que por favor ya no volviera a casa. Entonces Jacinto más se refugió en la bebida y en la política pues en esos momentos era candidato plurinominal a diputado local por el PPS, sin descuidar su intención de la novela.

Dos años tardó en armar el libro Avionazo en Baturi que el Instituto de Cultura patrocinó en su primera edición. Luis Barbosa, impresor de libros se rió de Jacinto Romero al pretender el tiraje de mil ejemplares - A Félix Ortega le imprimí 500, regaló 50 y aquí tengo el resto pues no hay quien se interese por leer aquí en Baja California Sur
-- No importa don Luis - insistió Jacinto – ésta edición me la paga Gavito González.

Seis meses después de la presentación de la novela, Jacinto volvió a la imprenta para que le imprimieran otros mil. Incrédulo Don Luis le dijo que era la primera vez que alguien vendía tantos libros.

Un año después terminó otra novela más, que lleva por título Periodista Maldito, que no es otra cosa que una compilación de notas periodísticas publicadas en su revista Cárcel Propia. Este libro lo patrocinó, además del instituto de cultura, el jefe de prensa del gobierno del estado pues el borrador había gustado a Leonel Cota.
Al año siguiente publicó su tercera novela, Conspiración para matar a Edith, también patrocinada por cultura.

Por su profesión como topógrafo, un día al estar checando un lote de terreno en las cercanías de El Leonero, vio al gobernador Leonel Cota Montaño en compañía de Maribel Collins y a los minutos pasó el Tigrillo Arellano Félix en una motocicleta Harley Davidson que el nieto del exgobernador de Baja California Milton Castellanos le había llevado a su casona que tenía en Buenavista.

Sobre estos hechos los publicó en su revista Cárcel Propia, evento que hizo enojar al gobernador Leonel Cota quién hasta la fecha obliga sus compinches a cerrarle las puertas al osado reportero. Quemó las naves, dice José Antonio flores que le dijo.

Afortunadamente Jacinto Romero, después de su salida del hogar se inició en los grupos de Proyecto 12 Pasos donde pudo dejar de beber y, no solo eso, 20 años después, recobrar el sano juicio.

Asesinato de Colosio

Poco a poco, a medida que la bruma del miedo y el alcoholismo fue desapareciendo de su organismo, Jacinto Romero fue armando el rompecabezas con los datos que tenía sobre el asesinato de Colosio.

A mediados de enero de 1993, un piloto aviador, amigo de otro Piloto que trabajaba en Aerocalifornia transportando armas de la CIA para Costa Rica, visitó en su casa a Jacinto Romero informándole que Manlio Fabio Beltrones estaba conformando el gabinete ampliado que acompañaría al Colosio y que su piloto aviador, hermano del Judas Aguilar, era quien se encargaba de reclutar a los mejores hombres y mujeres y que habían pensado en el reportero para que trabajara en gobernación federal - Ve juntando tus papales y el currículum para cuando te llamen - agrego- Colosio ya negoció con el Cartel de Mazatlán - le dijo al despedirse. La incredulidad hizo que Jacinto no se hiciera ilusiones.

Otra pieza del rompecabezas se la proporcionó el jefe de seguridad del aeropuerto internacional general Manuel Márquez de León en el sentido de que el senador Mario Vargas Aguiar le pidió que en el momento en que descendiera el candidato del PRI del avión ningún guardia debiera estar uniformado.

Una pieza más, y la más importante quizás, la proporcionó el agente del CISEN, Benjamín de la Rosa Escalante, en el sentido de que le ayudara a ubicar a todos los que pertenecieran al cartel de Mazatlán y que vivieran en el municipio de Comondú.

Benjamín de la Rosa Escalante estaba siendo exhibido por el columnista Víctor Octavio García en el sentido de que acudía con regularidad a la ciudad de Mazatlán Sinaloa donde se entrevistaba con agentes de la DEA y a quienes les proporcionaba la información que ellos buscaban.

El 14 de febrero de 1996 asesinan en la ciudad de México al ex gobernador de Baja California Sur Alberto Andrés Alvarado Arámburo quién habría sido compadre de Juan Manuel Salcido Uzeta, alias el cochiloco líder del cártel de Mazatlán.

El magistrado y notario público Juan Mendoza Unzón le confió al reportero investigador Jacinto Romero que habría platicado con uno de los hijos de Don Alberto Andrés Alvarado Arámburo y que le dijo que no querían indagar más sobre la muerte de su papá por que se podría saber que El Cochiloco le había regalado un rancho en El Carrizal, municipio de la Paz Baja California Sur.

A los días del asesinato de Alberto Andrés Alvarado Arámburo, el procurador de la ciudad de México presentó a un individuo, en hora estelar por la televisión, quien reflejaba angustia, miedo, desesperación y cuasi lágrimas en los ojos, señalándolo como el asesino. El angustiado sujeto casi gritaba que él era inocente.

Jacinto recordó que el vicepresidente Al Gore de Estados Unidos habría amenazado, a finales de octubre de 1992, con acudir al estado mexicano para presionar al presidente Carlos Salinas de Gortari en el nombramiento del candidato del PRI. Esa información fue publicada por el periódico El Sudcaliforniano y, años después el ex gobernador de Chiapas en entrevista con una reportera confirmó la amenaza del vicepresidente Al gore. Además en esa misma entrevista El ex gobernador de Chiapas, Patrocinio González Blanco, mencionó parte de la película que Netflix estaba publicitando bajo el título de 1994 y que de alguna manera señalaba como responsable del magnicidio a Salinas de Gortari. A pregunta expresa de la entrevistadora Patrocinio respondió con otra pregunta ¿cuál de los Salinas? --Raúl? – insistió la dama. Probablemente, problamente, respondió.

De acuerdo al método de inferencias, deducción lógica a partir de otra cosa lógica, se advierte que Colosio fue asesinado por la CIA, en acuerdo con Raúl Salinas de Gortari, y con el apoyo de la DEA que acabó con la mayoría de los miembros del cartel de Mazatlán, por haber negociado con ellos el candidato.

El negocio de la droga y de los carteles los manejaba directamente Raúl Salinas de Gortari a quien se le encontraron más de 100 millones de dólares en bancos Suizos.

Michel Roger Batista beesbe, hermano de la secretaria del presidente de la comisión nacional de derechos humanos, Diana Batista Beesbe, le confío al reportero Jacinto Romero que le entregaba 400 mil dólares a Raúl Salinas de Gortari cada que él traía un yate cargado de cocaína y que entregaba en Santa Ana California.

Jorge Carpizo Mcgregor envió la recomendación 130/91 que vino a alterar la libertad de Jack Duque Kimball señalado como copartícipe de Michell Rogers y que Jacinto Romero había demostrado su inocencia. Jack salió en libertad un año después.

Hillary Clinton prometió decir la verdad del caso Colosio en caso de ganar la presidencia de EEUU. Esto, y el apoyo de la izquierda mexicana (morena) asustaron a los electores gringos lo que sirvió para que Donald Trump, a pesar de tener todo en contra, ganara las elecciones.

Desde luego que el asesinato de Colosio dejó indefenso al reportero investigador Jacinto Romero mismo que jamás pudo ser amigo de los periodistas que siempre estaban del lado 'correcto' del dinero ya que siempre han escrito una historia diferente de los políticos y funcionarios públicos desacreditando de paso al pueblo que roba por necesidad para llevar a un taco su casa, a sus hijos.

Jacinto no tiene familia pues cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana. No tiene amigos pues los suyos esperan un favor de los políticos.

En su inconsciente busca la muerte pues no ve el futuro con buenos ojos ya que el gobierno federal le desapareció 13 años trabajados como topógrafo en SAHOP y SARH, sólo le reconocen 3 años de la dirección de gobierno. También el IMSS le escondió 14 años pues trabajó en la iniciativa privada:  3 años en La Perla de La Paz, un año en el CCC Palacio, 3 años en la Librería Coromuel, 7 años en los periódicos El Guaycura, Compás, 7 Días, El Depurador, Tensión Sudcaliforniana; solo le reconocen 2 años de El Madrugador. 32 años en total aportando Infonavit, foviiiste, y SAT.

Por otro lado es un hombre con suerte, pues a su vida han llegado los que le brindan felicidad. Su nueva familia la componen millones de personas alrededor del mundo al pertenecer al Proyecto 12 Pasos y, lo mejor, dos nuevos hijos que le brindó una mujer después de que fue separado de su esposa.

También le queda el recuerdo de haber ayudado desinteresadamente a mucha gente a salir de la cárcel por delitos que no cometieron, incluso sin conocerlos, como a José Luis Pérez Gómez acusado de haber dado muerte a la empleada de Joyería el Brillante, en La Paz, cuando el presunto andaba en Cabo.

Ayudó a salir libre a Roberto Ramírez García acusado de haber dado muerte a su amigo Gaudencio Álvarez Martínez, cuando ambos estaban recostados en un carro. A 'Gau' lo mató un judicial, ahijado y protegido del procurador de justicia.

Ayudó a salir absuelto al gringo Jacke Duque Kimball, junto a sus dos trabajadores, acusados injustamente de transportar dos toneladas de cocaína que se demostró públicamente eran de Raúl Salinas de Gortari.

Apoyó en la libertad de Lupita de La Peña y dos coacusados de dar muerte a la pareja sentimental del Delegado de Cabo, demostrando que en ese caso hubo conspiración donde fue utilizado el propio Delegado.

Ayudó a un minusválido acusado de ser responsable de un accidente donde perdieron la vida dos ejidatarios. Demostró que el verdadero responsable era el operador de un carro tanque propiedad de una casa comercial.

Auxilió a José Vicente Medina Halla a encontrar la libertad y exoneración del delito que le inventaron en relación a las causales que ocasionaron la muerte de su novia María Ibeth Benavidez Delgado, sobrina de un juez civil y secretaria de un notario público que en ese momento era presidente magistrado del tribunal superior de justicia, todo esto es lo que le da fortaleza para seguir adelante.

Vive, eso sí, bajo la ilusión, la esperanza y el deseo de que se le abra la puerta para tener una casa donde vivir, poseer un vehículo para ir a las playas a pescar. Al no poseer estos bienes y una pensión, además de la zozobra de que algún día llegará un comando armado que le hará daño a él y a todos los que le rodean, no le ha permitido vivir a plenitud.

Postcriptum


8 años después del asesinato del corresponsal de Gran Cadena Rasa y del Heraldo de México, fue detenido Alberto Salas Carrillo, exmilitar que, otra vez, fue dejado en libertad después de aceptar que efectivamente asesinó a José Agustín por encargo de la viuda y la secretaria. El abogado defensor era el mismo que siendo juez penal conoció el caso inicialmente. 'Demostró' que el día del asesinato el militar era menor de edad.

Jacinto jamás recibió una disculpa de parte del gremio periodístico, ni del estado por el daño emocional causado. Incluso, cuando detuvieron al asesino, ya su esposa lo había abandonado por esa causal.

Eso sí, acudió ente sus compañeros del Proyecto 12 Pasos donde lloró la injusticia recibida. El arquitecto Hinojoza le dio la ayuda que lo liberó de la carga emocional.

Renato Avilés Rosas, responsable de la muerte de Víctor Bancalari desapareció por 10 años de la localidad, incluso ni su familia sabía de él, familia que lo creía muerto. A su regreso a La Paz, Renato asesinó a otro individuo a golpes con un bat, en el mismo lugar que golpeó por primera vez al bardo: ¡En la Tinaja del Diablo!

La CIA logró evadir el señalamiento de su responsabilidad en el magnicidio gracias a que hubo mucha complicidad entre los políticos, sin embargo lo más que se supo públicamente fue un telegrama que le envió Carlos Salinas de Gortari al presidente Ernesto Zedillo Ponce de León el día que detuvieron a su hermano Raúl: "Ernesto, recuerda que mis enemigos son tus enemigos"

La participación de la DEA en el asesinato de Alberto Andrés Alvarado Arámburo y de los demás asesinatos de los miembros del cartel de Mazatlán quedó sin ser investigado. A partir de ahí los gringos empoderaron a 'El Mayo' Zambada quién hasta la fecha es el líder del cártel de Sinaloa, todo esto desde luego después de que el senado de EEUU desapareció al cartel del Golfo con la detención de Juan García Ábrego y de su segundo de a bordo Oscar Malherbe de León.

Jacinto Romero ha logrado escribir 16 libros y 342 números de su revista ante el desacuerdo de los periodistas y escritores que siempre han estado, y los que se han agregado, al lado 'correcto' del dinero magnificando ellos la declaración del gobierno en turno: "Vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error."

Este proyecto de novela incluye la participación en el concurso de novela negra de alfaguara.

luego de 8 años

 Hallan a asesino de periodista

JESUS NARVAEZ Y RUBEN VILLALPANDO CORRESPONSALES DE LA JORNADA

Agentes de la Policía Judicial de Nayarit detuvieron al ex militar Alberto Salas Carrillo o Humberto Cano Carrillo, presunto responsable del asesinato del periodista José Agustín Reyes, realizado en La Paz, Baja California Sur, en marzo de 1994, informó la Procuraduría de Justicia del estado.

Tras ser localizado en el poblado de San Cayetano --a 10 kilómetros de Tepic--, el presunto asesino narró que el 16 de marzo de 1994 dio muerte a balazos a Agustín Reyes, para lo cual fue "contratado" por María del Carmen Rodríguez Nava (ex esposa del periodista) y a petición de Ruth Liliana Reynoso Escalera (esposa del detenido), quienes ya se encuentran presas en Baja California Sur y donde habrían denunciado al asesino material.

Rodríguez Nava le habría dicho al ex militar que su esposo la golpeaba, y aun cuando ya había acudido con varios gatilleros (entre ellos un comandante de la policía) para que le ayudaran a asesinar al reportero, ninguno había aceptado.

El detenido narró que él aceptó cometer el crimen porque las mujeres que lo contrataron ofrecieron vivir con él -como amantes- y darle algún dinero.

El indiciado tiene 25 años (cuando realizó el crimen tenía 17) y es originario de San Cayetano, municipio de Tepic, aunque mucho tiempo se mantuvo prófugo, hasta que recientemente regresó a su pueblo, donde fue detenido. Este viernes fue trasladado a Guadalajara, Jalisco, donde fue entregado a la Policía Ministerial de Baja California Sur.

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