Avionazo en Batury
Cárcel Propia
viernes, 6 de noviembre de 2015
Avionazo
en Baturi
La
víspera
Los hermanos Leal
Quintero querían saber cuánto había investigado Jacinto sobre el secuestro de
Armando para actuar en consecuencia. Si el yanqui estaba entre
los plagiarios, utilizarían la amistad de un funcionario de mayor jerarquía de
la PGR para procesarlo penalmente. Si sólo estaban los ayudantes de Tirso
Molina y los mañosos de Tijuana se comprobarían que levantaron al capitán de
barco para robarle y, de ser así los matarían. Si fueron exclusivamente los de
Tijuana los participantes, se comprobaría que estos venían a cobrar venganza
porque la gente del Güero Sol le dieron de balazos a unos jovencitos en el
canal de Tijuana por haberles fallado en la distribución de la droga.
Para no meterse en problemas,
el periodista le hizo llegar un manuscrito, el día 28 de octubre, al secretario
general de gobierno, a través de su secretario particular Hugo Puente, donde le
informaba quienes estaban en el lío del secuestro, quienes en la droga y de la
relación de estos con aquellos. Le describió la relación de Auspicio Lobato
Memorio con el federal de caminos Sergio Arestegui a quien le dio las tapas de
las copas de la Van verde metálico que puso en los rines de otra camioneta
negra que cambió por una Jeep modelo 1995 color verde pistache utilizada por
Ariel Appel.
Los días pasaban y las
exigencias de los hermanos Leal Quintero eran apremiantes para Jacinto quien
esperaba una respuesta del secretario general. El día primero de noviembre, al
no recibir respuesta, fue al despacho de Clodomiro Verdad Legaspy donde los
atendió una dama que, sin proponérselo, corroboró lo que el
reportero se temía: ¡El secretario general de gobierno estaba entre los autores
intelectuales que comandaban a los grupos criminales!
-- El secretario
particular del señor anda para Loreto, me dijo que lo supliera unos días, el
señor secretario general tampoco va a estar aquí el fin de semana -- Informó la
dama.
-- Pero en su casa si
va a estar ¿verdad? -- Jacinto insistió con su cuestionario utilizando el
método de inferencias.
-- No, saldrá fuera de
la ciudad.
-- Gracias, le entrega
estas fotos por favor -- Le alargó la mano con las transparencias del Guero Sol
y de la Van verde metálico -- dígale por favor -- añadió -- que el federal de
caminos no está en la polla, que sólo le cambió la Explorer a Auspicio Lobato
por la Jeep verde pistache.
-- Oquei -- Respondió
la dama que creyó que el reportero también formaba parte del grupo especial de
los Mastodontes -- con gusto le haré llegar su recado.
Por la tarde buscó a
un amigo que se dedica al mantenimiento de jardines -- ¡Compadre! -- Le dijo
como si no lo anduviera buscando -- que bueno que te encuentro, hazme un
favorzote, ve a la residencia del Ringo a ofertar tus servicios, dile a la
gente que te encuentres por ahí que el pasto tiene hongos, son más pendejos que
la chingada y por quedar bien con el jefe te harán pasar.
-- Pero esos cabrones
están muy pesados.
-- Mira -- Le dijo
como buen Choyero -- quiero que dejes este pajarito en el
garage, donde están por lo regular los guardias o cerca de la piscina, en una
de las sillas reclinables.
-- ¿Qué pinches
broncas traes compadre?
-- Tu hazme ese jale y
ya sabes, algún día te voy a regresar el favor.
-- Le voy a hacer la
lucha -- Le respondió alegremente -- no porque espero que me pagues el favor
sino porque eres a toda madre con la palomilla.
En esos momentos en el
restaurante La Panga, Clodomiro Verdad Legaspy ultimaba detalles con Ramón
Arellano Félix para determinar, por si pasaba algún imprevisto, quién sería el
enlace con los jefes de primer nivel. De ahí Ramón se fue a entrevistar con su compadre Tirso Molina que estaba con
el grupo operativo. A lo lejos el teniente de inteligencia militar Lepe Mendoza
observaba los detalles de la entrevista.
Los
nervios parecían hacer presa en los noveles participantes choyeros --
Ya quedé con el Ringo -- Le dijo su compadre Ramón a Tirso -- los sucesos de la
bajada serán notificados al yanqui para que este a su vez hable
contigo y luego tú a nosotros.
El yanqui desconfiaba
del Ringo porque si pasaba algún incidente, éste no sería molestado por ser el
protegido del cartel de Tijuana. Para quedar bien con ellos, Rafael Stanley
decidió participar directamente en el operativo de tierra. En esa reunión se
decidió que la bajada sería en Lomas de Baturi porque el periodista Jacinto
Romero ya les había descubierto parte del plan.
Más tarde, Tirso
Molina citó a sus corifeos de la prensa para que informaran que estaría fuera
de la ciudad en un curso de capacitación en San Diego California.
Por su parte el Ringo
estaría en el rancho Jesús María donde se encontraban los agentes de la DEA.
Uno de estos agentes, porque así tienen de controlado al país, fue el enlace
del Pentágono con la presidencia de la República en el complot donde perdió la
vida Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Mientras los autores
intelectuales de la media península se ponían de acuerdo, la escolta de la
carretera San Pedro-Todos Santos comía carnitas, al caer la tarde, en el
restaurante del expolicía de tránsito conocido como el Peluquín -- ¿No es el
Moreno Acevedo el que va en ese picap? -- Le preguntó el Gordo Osuna a su
pareja.
-- Sí, tiene varios
días pasando por la carretera, pensé que ya te habías dado cuenta por eso no te
decía nada -- Contestó Trinidad Rodríguez -- Ojala y no nos ponga el dedo con
los militares.
-- Eso ya está
arreglado -- Respondió seguro el Gordo -- no hay tos, pero de todos modos vamos
a pararlo para saber a qué se dedica.
La picap datsun modelo
1980 fue alcanzada por la Cheroque gris modelo 1989 -- ¡Párate! -- Le gritaron
-- ¡Bájate de la carretera! -- El Moreno reconoció al Gordo Osuna de lo
contrario le hubiera dado de balazos con un rifle
de alto poder que portaba para los
imprevistos, acarició el arma, parqueó el carro a un lado de la cinta
asfáltica.
-- Hace días que te
vemos pasar -- le dijeron -- estas poniendo algo, dinos que es.
-- No la jueguen,
estoy trabajando con el ingeniero Alcidez ¿Ustedes saben si los llevo con él?
Los judiciales
hicieron como si no hubieran escuchado el nombre del pariente del subdirector
de la corporación policíaca -- Pero aparte tú estás surtiendo a la rancherada,
ya te conocemos.
-- Ja ja ja -- Rió
alegremente -- no te cuelgues -- le contestó al Gordo que era el que había
tomado el control de las preguntas -- ustedes son los efectivos ¿Porqué
traen armas largas? Que yo sepa no son federales ¿A quién cuidan? ¿A quién
están esperando?
Los judiciales
prefirieron retirarse porque les salió más vivo al que querían acalambrar --
Nos vemos -- Le advirtieron -- mucho cuidado -- prefirió no contestar para no
entrar en controversias, pero aún así se le quedó viendo fijamente al
acompañante del Gordo tratando de reconocer en sus facciones a algún conocido
sin lograrlo.
Por la noche el Moreno
se encontró con Jacinto Romero en una yarda de venta de vehículos donde le
platicó el incidente de la carretera -- Fíjate que el pinche Gordo Osuna y otro
guey tiene días recorriendo la carretera de San Pedro a Todos Santos, a mí se
me figura que le están dando protección a alguien que está bajando avionetas en
los Laureles o San Marcos o de cualquier otro rancho, ya ves que estos nuevos
funcionarios públicos se están haciendo de ranchos.
-- Estoy esperando un
asunto grueso -- Le contestó el reportero -- está a punto de reventar, creo que
el Ringo si no cayó por lo de la cocaína de la bodega atrás de
embarcaciones Díaz, con esto si va a caer, andan enredados la gente del Cochi Loco, los del Güero Palma, de García
Ábrego y de los Arellano Félix -- aclaró -- no sé donde están bajando la coca
ya que andan por Las Cruces, Los Planes, San Pedro, como dices tú, en Todos
Santos, en Jesús María en fin, hasta en Loreto y Guerrero Negro, más bien creo
que va a ver un pedo grande.
-- Lo raro es que no
se han visto los militares.
-- Mejor, como dice el
pariente Jacobo, más vale no saber nada.
-- Oye, y ese cabrón,
¿dónde está?
-- Esta en San Lucas,
vendiendo la droga del delegado de la PGR.
El viernes 3 de
noviembre, por la noche, todos los detalles del operativo estaban cubiertos --
Si se les atraviesa algún soplón no duden en dispararle -- Les ordenó el yanqui a
sus más allegados colaboradores -- Tu, Deivid dile a tus muchachos que cuentan
con el apoyo de la presidencia de la República, que nadie haga otra cosa que no
sea lo acordado, nosotros vamos a ir con los uniformes de la federal, con Ariel
irán los señalados por la DEA.
-- Oquei, el Abogado
ya me dijo que habían llegado los del norte.
-- !Sht¡ -- Le
reconvino el comandante de la PGR -- no te metas en eso, ese jale nosotros lo
controlamos.
-- Yo nomás quería ser
amable -- Respondió Deivid.
-- No, no déjalo así,
¡toma! -- Le alargó la mano con una onza de cocaína -- pa´que le des a la
palomilla, no quiero errores, no se vayan a pasar.
La familia Espinoza,
ajena completamente a los comentarios que se desarrollaban en torno a la bajada
del avión, se preparaba para la pesca furtiva de caguama en las playas de Todos
Santos. Javier, el padre, acordó que su hijo mayor saliera por la mañana con
los Clementones y que el domingo iría él y su otro hijo. Los fines de semana es
muy fácil traficar con los quelonios ya que los vigilantes de pesca se la pasan
bebiendo con sus familiares.
Javier
Espinoza se hizo a la mar con los Clementones, el
sábado por la mañana, con rumbo a los bajos frente a Migriño. Pescaron
pargo, robalo y curbina. Con casi media tonelada de captura regresaron a las 3
de la tarde al paraje. Depositaron la carga en unos cajones que acondicionaron
como cuartos fríos luego la cubrieron con
hielo molido y sobre la tapa pusieron una lona que ataron con soga.
Se tiraron sobre las redes donde descansaron plácidamente. Por la noche
recorrieron la playa con intención de agarrar algún quelonio que saliera a
depositar sus huevos. No tuvieron éxito. Pasada la media noche decidieron
dormir un rato para hacerse a la mar -- Antes de que salga el sol -- Dijo
Clemente Ortiz -- si nos va bien, con quebrada y pillamos una caguama de siete
filos -- haciendo planes el sueño los venció.
Mientras los
pescadores caían en los brazos de Morfeo, los moradores del rancho Tierra
Blanca no lograban pegar ojo ya que el desfile de carros último modelo les
hacía comentar que algo grande estaba pasando en Lomas de Baturi -- Creo que va
a caer otro avión -- comentó el jefe de la familia -- cada vez se pone más
peligroso por estas tierras, de seguir así vamos a tener que dejar estos
parajes, acuérdense del hijo de mi compadre Nicolás, todavía está en la cárcel
por haberse encontrado un paquete con ese polvo blanco, cuando dijeron los de
la PGR que habían tumbado a balazos la avioneta aquella ¿se acuerdan? -- evento
ocurrido en 1991.
-- Se llama cocaína
apá, no polvo blanco ¡oye! Hasta camiones grandes traen estos gueyes, parecen
de la Conasupo, ya ni chingan estos políticos.
A orillas de la pista
clandestina Inocencio Deivid se daba un pericazo con su
escolta -- ¿No se ve ningún verde? -- Le preguntó por radio al comandante
Leyva.
-- Espérame, voy a
preguntarle al Gordo -- Enlazó la comunicación con los vigilantes de la
carretera. Contestaron que el cielo estaba despejado.
Los minutos
parecían que no trascurrían. La tensión entre los diferentes grupos era cada
vez más evidente pero con cocaína inhalada lograban controlar cualquier
explosión nerviosa. Así estuvieron hasta que 2 horas de espera se oyó ---
¡Ahí viene, ahí viene!
Las lámparas que traía
cada elemento las prendieron rápidamente. Un avión Carabelle II de fabricación
francesa se deslizó suavemente pero no contaron con que la falta de aire en uno
de sus neumáticos obligaría a que el lado derecho del tren de aterrizaje
recargara el peso provocando que se quebrara ese lado. Después de unos minutos
de deslizamiento incontrolado, la nave frenó bruscamente. El piloto y
acompañantes se golpearon en la cabina.
-- ¡En la madre! --
Gritó el Patrón -- ¡Se pegaron en la madre los pilotos, rápido suban a ver que
les pasó... tengan cuidado, no se vaya a prender esa madre! -- Héctor Omega,
Martín Beta, Ariel Appel, Sebastián Noriega, Juan Chaquira, Félix Amador,
Antón Benavides e Inocencio Deivid trataron de subir al avión.
Una explosión en la
cabina obligó a los narco federales a desistir de sus propósitos. Esperaban que
la conflagración se extendiera por toda la nave. No fue así. Repuestos de la
impresión y seguros de que no había fuego subieron -- Uno de los pilotos está
sangrando -- Informó por radio Juan Chaquira -- aquí esta otro pero parece que
no le pasó nada ¡ah cabrón! Aquí esta otro que parece que está quemado, se
queja mucho... ¡Allá esta otro!, se queja del pecho, tiene la mano
ensangrentada -- la información era retransmitida al yanqui quien
a su vez se enlazaba con Tirso Molina pidiéndole información para saber dónde
llevar a los heridos.
-- Mira -- Respondió
-- a los heridos tráetelos para La Paz, al rato te digo en que clínica, en
cuanto a lo del avión que lo vayan descargando ¿No hizo mucho ruido esa madre?
-- No, la explosión
fue solo en la cabina.
Los pescadores que
recién se habían dormido despertaron bruscamente al oír el estruendo del avión
al hacer tierra. Javier sacó unos binoculares. Alcanzó a distinguir cuando el
fuselaje pegaba en la pista. Como la madrugada era clara y con la ayuda de las
lámparas, en la pista se veía todo lo que pasaba -- Es un avión grandísimo,
parece que va enterrando las llantas ¡en la madre!, pegó de pico --
Le explicaba a los Clementones --
¡Vamos, a lo mejor necesitan ayuda!
-- Mira valecito --
Contestó Clemente Trasviña -- aquí ocurren muchas cosas ¿tú crees que esos
cabrones no tienen todo previsto? -- Aseguró sus palabras dirigiéndose a su
compadre -- ¿Verdad tocayo?
-- Si tocayo --
Respondió Clemente Ortiz -- aquí al menos una vez por semana aterriza una
avioneta.
-- De acuerdo --
Respondió Javier -- pero no todos los días se accidentan, además esta no es una
avioneta, es un pinche avión grandote.
-- Más vale que no te
metas en esos asuntos si quieres seguir vivo -- Le dijo Clemente Ortiz.
-- ¡Miren! Se ven un
chingo de carros, yo creo que les cayó la judicial y los soldados porque se ven
algunos camiones.
En el lugar del
avionazo, el Abogado recibía nuevas indicaciones del yanqui --
Pasen la carga pa´los camiones, orita estoy con ustedes pa' enterrar esa madre,
manda alguien con Leyva para que vayan buscando un operador de
motoconformadora -- luego preguntó -- ¿Con quién mandaste a los pilotos?.
-- Con el Félix y el
Antón, llevan el radio de Inocencio para estar al tanto.
-- Bien, diles que a
la entrada a la ciudad de La Paz les estará esperando un taxi, el número 34,
transbordan a los heridos, el taxista ya sabe para donde los va a llevar, los
muchachos que le sigan de lejos hasta la clínica, de ahí se van para el lugar
convenido, ahorita voy por la desviación, en unos minutos estoy con ustedes --
En el trayecto cambió de parecer. Llegó a la población de Todos Santos para
ayudar al comandante Kino en la búsqueda del operador. No tuvo que buscar
mucho, se lo encontró sobre la carretera -- Quiubas -- lo saludó -- ¿Ya
encontraste al maquinista?
-- No -- Respondió un
tanto asustado por la falta de experiencia
-- Qué chingados, ¿de
qué sirves pues?
-- En el Ejido
Plutarco Elías calles hay un amigo que maneja esas máquinas.
-- Vamos por él.
Ricardo Geraldo se
encontraba desayunando frijoles refritos. En una tortilla de harina ponía un
trozo de chopito que mordía de cuando en cuando mientras sorbía un trago de
café de talega como le llaman ellos al café colado en una bolsa de tela gruesa.
-- Ahí es donde vive
el compa -- Le señaló la vivienda el comandante Pedro Leyva
al yanqui de la PGR. Parqueó la suburban
azul marino a un lado de la casa de donde salió un perro moviendo la cola. Al
abrir la puerta de la camioneta, el animal empezó a ladrar.
-- ¡Ricardo! -- Gritó
Pedro.
-- ¿Quién? --
Respondió de la cocina al terminar de comer la enésima tortilla con queso.
-- Yo, el Palas,
queremos que nos haga un jale.
-- No puedo -- Respondió Ricardo desde el umbral de
la puerta principal -- estoy saliendo a Cabo san Lucas, en cuanto termine de
desayunar me voy.
-- Hay un buen
billete, te conviene -- Le dijo el comandante. El yanqui en
voz baja le dijo que le ofreciera 1000 dólares -- quinientos dólares ahorita y
quinientos al terminar ¿Qué ondas, te animas?
-- Ni por todo el
dinero del mundo, ya te dije que voy a Cabo san Lucas.
-- Vamos -- Invitó
el yanqui -- te vamos a llevar a San Lucas y así regresas más
rápido.
Ricardo confiaba en su
paisano Pedro Leyva. Subió a la suburban ante los ladridos del perro que corría
de un lado para otro. Frente a los ojos de Ricardo apareció una pistola calibre
45 -- ¡Vas a jalar hijo de tu chingada madre! -- Le amenazó el comandante de la
PGR.
-- No, pos así si
baila mija con el señor.
-- Discúlpanos
compadre pero es un asunto de la federal, quieren enterrar un avión porque
viene atrás de este otro con cocaína, lo estamos esperando desde anoche para
partirles en su madre a los narcos.
-- A mi no me tienes
que decir nada, mi trabajo es mi trabajo y no le pido explicaciones a nadie
¿Cuánto dicen que me van a pagar?
-- Un quinientón ahora
y quinientos al terminar.
-- Vamos pues, ¿dónde
tiene la máquina?
-- Orita la va a traer
Víctor Castillo en la cama baja.
Cuando llegaron a
Lomas de Baturi, los camiones de la Conasupo salieron con la carga -- Se la
llevan al rancho Jesús María, el Veintinueve y el Cinco ya saben dónde queda --
Ordenó el yanqui. Dirigiéndose a Juan chaquira y a Rubén Fierro
dijo -- Ustedes les ponen cola, que vayan con ustedes solo gente nuestra,
no quiero broncas, la carretera está despejada, vayan con confianza.
A lo lejos los
Clementones le pedían de favor a Javier que no se dejara ver mucho -- Agarra la
onda -- Le dijo Clemente Ortiz -- anda mucha gente y no parece que sean muy
amistosos, además nos traerían en vueltas las autoridades -- entre dientes le
dijo a su compadre -- Y luego este cabrón trae ese aparato para tomar
películas, luego si enseña ese cine nos van a chingar.
-- Déjalo, si acaso
nos llaman las autoridades les vamos a decir que nosotros no andábamos con él.
-- Pero ha estado
volteando la cámara para todos lados, de seguro ya estamos en la película.
-- ¡Vámonos Javier! --
Gritó enojado Clemente Trasviña -- Ya son las siete de la mañana y no tarda en
llegar tu papá, ¿qué le vamos a decir si no tenemos la caguama que le
prometimos? -- Siguió hablando solo -- se va a enojar con nosotros -- se acercó
tomándolo del brazo -- estamos perdiendo el tiempo.
-- ¡No! Déjame, he
reconocido a un cabrón que anda con los judiciales, esta película costará una
feria, siempre que hacen un decomiso se quedan con la mayor parte, de aquí
salgo de jodido
-- O muerto --
Sentenció Clemente Ortiz que ya asomaba síntomas de desesperación ante la
negativa del jovenzuelo -- ¡Vámonos a la chingada! ¿Tú crees que ahorita no
caerán los militares? Esos cabrones espían
todos los lugares y rancho por rancho. Vámonos a pescar y así no nos
encontrarán cerca del paraje -- lo convenció.
Cuando salían los
camiones con la carga blanca, llegó Víctor Castillo manejando un trailer que
transportaba una motoconformadora que previamente había conseguido el director
de Obras Públicas, Santos Martínez. En las maniobras de desembarque le ayudó
Ricardo Geraldo para después ponerse a cavar un pozo en la parte delantera del
avión. 4 horas más tarde lo dejaron solo.
-- ¡Vámonos! -- invitó
el yanqui -- Hay que despejarnos con unas chelas.
Ricardo se quedó perplejo. A
él le habían dicho que esperaban la llegada de otro avión procedente de
Colombia. Prefirió no hacer ningún comentario ya que la verdad se hizo en su
cerebro -- Con razón no están los marinos y los militares -- pensó -- estos
cabrones lo tenían todo arreglado, el pedo es que si no me pagan la otra feria
me tengo que aguantar porque son capaces de matarme, ni pedo, me tocó perder.
-- Toma Ricardo -- Le
dijo Pedro Leyva sacando de sus cavilaciones al operador -- el comandante de la
federal me pidió que te diera este otro quinientón por ahorita y que más
delante te mandará otra feria.
-- No, no no, dígale a
su amigo que con esto me alcanza pa´ la casa, el jale no lo voy a reportar con
el patrón.
-- Eso quería pedirte, no
quiero que lo comenten con nadie -- añadió -- los jefes esperan en éstos días
la llegada de aviones cargados con droga, les vamos a pegar en su madre a los
narcos.
-- Ta' bueno, ten
seguridad de que de mi boca no saldrá nada -- le contestó no muy convencido.
A las 10:45 horas del
domingo 5 de noviembre de 1995, los lujosos vehículos Suburban, Explorer,
Cheroques, Silverados, Jeep, Altima, Mazda, Ghia, Ram Charger y Toyotas,
robados en el extranjero, enfilaron con rumbo la carretera
a grandes velocidades. Al pasar por el vado la Víbora, la cheroque color
blanco, que viera Jacinto Romero y Camilo Cruz en la casa rosa de Fidepaz,
manejada por el Chino Chang, sufrió una voltereta donde resultó herido un
judicial del estado -- Pero qué chingados -- Se quejó el yanqui fuera
de sí -- este pedo está saliendo mal, estamos salados, parecen mayates ¡Pasen a
los heridos a la Suburban! Si no fuera por el cartel de Tijuana ya hubiera
botado este jale, ya nomás falta que aparezca un bandido y nos robe la coca --
de pronto se quedó callado -- Chin -- pensó -- no sería mala idea, de aquí
salgo de pobre -- el miedo a los capos de Tijuana le hizo
entrar en
razones -- No, vale más que no le
mueva, aquellos cabrones están muy pesados.
Después de dejar al
judicial en la clínica, María Luisa de la Peña, donde estaban atendidos por el
médico centroamericano Pedro Menchú los heridos del avión, los participantes
del operativo Bajada se dispersaron. Inocencio Deivid, Rulesindo Lobato y
el yanqui se fueron a Pichilingue -- Pa´ despejarnos de este
pedo yo invito -- Dijo el comandante de la federal.
Cuando pasaban por el
malecón costero, por la calle Salvatierra, Inocencio reconoció al periodista
Jacinto Romero que comía almejas chocolatas junto al policía Antonio Nieto y al
comerciante Héctor Méndez -- ¡Mira! – Señaló Inocencio -- ahí está ese cabrón
-- luego se dirigió a Rulesindo -- esta con su primo Nieto.
-- ¿Quién es? --
Preguntó el yanqui.
-- El cabrón que trae de cola al hermano de este
compa -- contestó Deivid -- resulta que reconocieron al Auspicio, cuando
levantaron al Güero Sol del Rosarito, hace unos días le puso el dedo con el
Ringo, le mandó un escrito donde hace referencia de algunos de nosotros.
-- Si quieres orita le
damos en su madre -- Añadió el yanqui -- traigo la
sangre caliente.
-- No, calmado, ese
guey que está con él es el comandante de homicidios y además el Ringo no quiere
que le hagamos daño porque se nos
haría un pedo mundial -- Añadió
el comandante Inocencio -- hace
poco le quisimos poner un cuatro con la muerte del periodista del Heraldo de México
pero nos descubrió el pastel, es más, si ese guey se pone abusado nos corren a
la chingada, lo bueno que el gobernador tiene controlado a todos los
periodistas y nadie le quiso ayudar.
-- Ya, que sea pa´
menos, haber cuéntame, tenemos toda la tarde para conocer la historia -- Se
interesó el comandante de la policía judicial federal Rafael Stanley.
Comentarios
Publicar un comentario