Avionazo en Batury


Cárcel Propia

viernes, 6 de noviembre de 2015

Avionazo en Baturi

 

La víspera

   Los hermanos Leal Quintero querían saber cuánto había investigado Jacinto sobre el secuestro de Armando para actuar en consecuencia. Si el yanqui estaba entre los plagiarios, utilizarían la amistad de un funcionario de mayor jerarquía de la PGR para procesarlo penalmente. Si sólo estaban los ayudantes de Tirso Molina y los mañosos de Tijuana se comprobarían que levantaron al capitán de barco para robarle y, de ser así los matarían. Si fueron exclusivamente los de Tijuana los participantes, se comprobaría que estos venían a cobrar venganza porque la gente del Güero Sol le dieron de balazos a unos jovencitos en el canal de Tijuana por haberles fallado en la distribución de la droga.
  Para no meterse en problemas, el periodista le hizo llegar un manuscrito, el día 28 de octubre, al secretario general de gobierno, a través de su secretario particular Hugo Puente, donde le informaba quienes estaban en el lío del secuestro, quienes en la droga y de la relación de estos con aquellos. Le describió la relación de Auspicio Lobato Memorio con el federal de caminos Sergio Arestegui a quien le dio las tapas de las copas de la Van verde metálico que puso en los rines de otra camioneta negra que cambió por una Jeep modelo 1995 color verde pistache utilizada por Ariel Appel.
   Los días pasaban y las exigencias de los hermanos Leal Quintero eran apremiantes para Jacinto quien esperaba una respuesta del secretario general. El día primero de noviembre, al no recibir respuesta, fue al despacho de Clodomiro Verdad Legaspy donde los atendió una dama que, sin  proponérselo,  corroboró  lo que el reportero se temía: ¡El secretario general de gobierno estaba entre los autores intelectuales que comandaban a los grupos criminales!
   -- El secretario particular del señor anda para Loreto, me dijo que lo supliera unos días, el señor secretario general tampoco va a estar aquí el fin de semana -- Informó la dama.
   -- Pero en su casa si va a estar ¿verdad? -- Jacinto insistió con su cuestionario utilizando el método de inferencias.
   -- No, saldrá fuera de la ciudad.
   -- Gracias, le entrega estas fotos por favor -- Le alargó la mano con las transparencias del Guero Sol y de la Van verde metálico -- dígale por favor -- añadió -- que el federal de caminos no está en la polla, que sólo le cambió la Explorer a Auspicio Lobato por la Jeep verde pistache.
   -- Oquei -- Respondió la dama que creyó que el reportero también formaba parte del grupo especial de los Mastodontes -- con gusto le haré llegar su recado.
   Por la tarde buscó a un amigo que se dedica al mantenimiento de jardines -- ¡Compadre! -- Le dijo como si no lo anduviera buscando -- que bueno que te encuentro, hazme un favorzote, ve a la residencia del Ringo a ofertar tus servicios, dile a la gente que te encuentres por ahí que el pasto tiene hongos, son más pendejos que la chingada y por quedar bien con el jefe te harán pasar.
   -- Pero esos cabrones están muy pesados.
   -- Mira -- Le dijo como buen Choyero -- quiero que dejes este pajarito en el garage, donde están por lo regular los guardias o cerca de la piscina, en una de las sillas reclinables.
   -- ¿Qué pinches broncas traes compadre?
   -- Tu hazme ese jale y ya sabes, algún día te voy a regresar el favor.
   -- Le voy a hacer la lucha -- Le respondió alegremente -- no porque espero que me pagues el favor sino porque eres a toda madre con la palomilla.
   En esos momentos en el restaurante La Panga, Clodomiro Verdad Legaspy ultimaba detalles con Ramón Arellano Félix para determinar, por si pasaba algún imprevisto, quién sería el enlace con los jefes de primer nivel. De ahí Ramón se fue a entrevistar con su compadre Tirso Molina que estaba con el grupo operativo. A lo lejos el teniente de inteligencia militar Lepe Mendoza observaba los detalles de la entrevista.
Los nervios parecían hacer presa en los noveles participantes choyeros  -- Ya quedé con el Ringo -- Le dijo su compadre Ramón a Tirso -- los sucesos de la bajada serán notificados al yanqui para que este a su vez hable contigo y luego tú a nosotros.
   El yanqui desconfiaba del Ringo porque si pasaba algún incidente, éste no sería molestado por ser el protegido del cartel de Tijuana. Para quedar bien con ellos, Rafael Stanley decidió participar directamente en el operativo de tierra. En esa reunión se decidió que la bajada sería en Lomas de Baturi porque el periodista Jacinto Romero ya les había descubierto parte del plan.
   Más tarde, Tirso Molina citó a sus corifeos de la prensa para que informaran que estaría fuera de la ciudad en un curso de capacitación en San Diego California.
   Por su parte el Ringo estaría en el rancho Jesús María donde se encontraban los agentes de la DEA. Uno de estos agentes, porque así tienen de controlado al país, fue el enlace del Pentágono con la presidencia de la República en el complot donde perdió la vida Luis Donaldo Colosio Murrieta.
   Mientras los autores intelectuales de la media península se ponían de acuerdo, la escolta de la carretera San Pedro-Todos Santos comía carnitas, al caer la tarde, en el restaurante del expolicía de tránsito conocido como el Peluquín -- ¿No es el Moreno Acevedo el que va en ese picap? -- Le preguntó el Gordo Osuna a su pareja.
   -- Sí, tiene varios días pasando por la carretera, pensé que ya te habías dado cuenta por eso no te decía nada -- Contestó Trinidad Rodríguez -- Ojala y no nos ponga el dedo con los militares.
   -- Eso ya está arreglado -- Respondió seguro el Gordo -- no hay tos, pero de todos modos vamos a pararlo para saber a qué se dedica.
   La picap datsun modelo 1980 fue alcanzada por la Cheroque gris modelo 1989 -- ¡Párate! -- Le gritaron -- ¡Bájate de la carretera! -- El Moreno reconoció al Gordo Osuna de lo contrario le hubiera dado de balazos con un  rifle
de alto poder que portaba para los imprevistos, acarició el arma, parqueó el carro a un lado de la cinta asfáltica.
   -- Hace días que te vemos pasar -- le dijeron -- estas poniendo algo, dinos que es.
   -- No la jueguen, estoy trabajando con el ingeniero Alcidez ¿Ustedes saben si los llevo con él?
   Los judiciales hicieron como si no hubieran escuchado el nombre del pariente del subdirector de la corporación policíaca -- Pero aparte tú estás surtiendo a la rancherada, ya te conocemos.
   -- Ja ja ja -- Rió alegremente -- no te cuelgues -- le contestó al Gordo que era el que había tomado el control de las preguntas  -- ustedes son los efectivos ¿Porqué traen armas largas? Que yo sepa no son federales ¿A quién cuidan? ¿A quién están esperando?
   Los judiciales prefirieron retirarse porque les salió más vivo al que querían acalambrar -- Nos vemos -- Le advirtieron -- mucho cuidado -- prefirió no contestar para no entrar en controversias, pero aún así se le quedó viendo fijamente al acompañante del Gordo tratando de reconocer en sus facciones a algún conocido sin lograrlo.
   Por la noche el Moreno se encontró con Jacinto Romero en una yarda de venta de vehículos donde le platicó el incidente de la carretera -- Fíjate que el pinche Gordo Osuna y otro guey tiene días recorriendo la carretera de San Pedro a Todos Santos, a mí se me figura que le están dando protección a alguien que está bajando avionetas en los Laureles o San Marcos o de cualquier otro rancho, ya ves que estos nuevos funcionarios públicos se están haciendo de ranchos.
   -- Estoy esperando un asunto grueso -- Le contestó el reportero -- está a punto de reventar, creo que el Ringo si no cayó por lo de la cocaína de la bodega atrás de embarcaciones  Díaz,  con  esto si va a caer, andan enredados la gente del Cochi Loco, los del Güero Palma, de García Ábrego y de los Arellano Félix -- aclaró -- no sé donde están bajando la coca ya que andan por Las Cruces, Los Planes, San Pedro, como dices tú, en Todos Santos, en Jesús María en fin, hasta en Loreto y Guerrero Negro, más bien creo que va a ver un pedo grande.
   -- Lo raro es que no se han visto los militares.
   -- Mejor, como dice el pariente Jacobo, más vale no saber nada.
   -- Oye, y ese cabrón, ¿dónde está?
   -- Esta en San Lucas, vendiendo la droga del delegado de la PGR.
   El viernes 3 de noviembre, por la noche, todos los detalles del operativo estaban cubiertos -- Si se les atraviesa algún soplón no duden en dispararle -- Les ordenó el yanqui a sus más allegados colaboradores -- Tu, Deivid dile a tus muchachos que cuentan con el apoyo de la presidencia de la República, que nadie haga otra cosa que no sea lo acordado, nosotros vamos a ir con los uniformes de la federal, con Ariel irán los señalados por la DEA.
   -- Oquei, el Abogado ya me dijo que habían llegado los del norte.
   -- !Sht¡ -- Le reconvino el comandante de la PGR -- no te metas en eso, ese jale nosotros lo controlamos.
   -- Yo nomás quería ser amable -- Respondió Deivid.
   -- No, no déjalo así, ¡toma! -- Le alargó la mano con una onza de cocaína -- pa´que le des a la palomilla, no quiero errores, no se vayan a pasar.
   La familia Espinoza, ajena completamente a los comentarios que se desarrollaban en torno a la bajada del avión, se preparaba para la pesca furtiva de caguama en las playas de Todos Santos. Javier, el padre, acordó que su hijo mayor saliera por la mañana con los Clementones y que el domingo iría él y su otro hijo. Los fines de semana es muy fácil traficar con los quelonios ya que los vigilantes de pesca se la pasan bebiendo con sus familiares.
   Javier  Espinoza  se  hizo  a  la mar con los Clementones, el sábado  por la mañana, con rumbo a los bajos frente a Migriño. Pescaron pargo, robalo y curbina. Con casi media tonelada de captura regresaron a las 3 de la tarde al paraje. Depositaron la carga en unos cajones que acondicionaron como  cuartos  fríos  luego  la  cubrieron  con  hielo  molido y sobre la tapa pusieron una lona que ataron con soga. Se tiraron sobre las redes donde descansaron plácidamente. Por la noche recorrieron la playa con intención de agarrar algún quelonio que saliera a depositar sus huevos. No tuvieron éxito. Pasada la media noche decidieron dormir un rato para hacerse a la mar -- Antes de que salga el sol -- Dijo Clemente Ortiz -- si nos va bien, con quebrada y pillamos una caguama de siete filos -- haciendo planes el sueño los venció.
   Mientras los pescadores caían en los brazos de Morfeo, los moradores del rancho Tierra Blanca no lograban pegar ojo ya que el desfile de carros último modelo les hacía comentar que algo grande estaba pasando en Lomas de Baturi -- Creo que va a caer otro avión -- comentó el jefe de la familia -- cada vez se pone más peligroso por estas tierras, de seguir así vamos a tener que dejar estos parajes, acuérdense del hijo de mi compadre Nicolás, todavía está en la cárcel por haberse encontrado un paquete con ese polvo blanco, cuando dijeron los de la PGR que habían tumbado a balazos la avioneta aquella ¿se acuerdan? -- evento ocurrido en 1991.
   -- Se llama cocaína apá, no polvo blanco ¡oye! Hasta camiones grandes traen estos gueyes, parecen de la Conasupo, ya ni chingan estos políticos.
   A orillas de la pista clandestina Inocencio Deivid se daba un pericazo con su escolta -- ¿No se ve ningún verde? -- Le preguntó por radio al comandante Leyva.
   -- Espérame, voy a preguntarle al Gordo -- Enlazó la comunicación con los vigilantes de la carretera. Contestaron que el cielo estaba despejado.
   Los minutos parecían que no trascurrían. La tensión entre los diferentes grupos era cada vez más evidente pero con cocaína inhalada lograban controlar cualquier explosión nerviosa.  Así estuvieron hasta que 2 horas de espera se oyó --- ¡Ahí viene, ahí viene!
   Las lámparas que traía cada elemento las prendieron rápidamente. Un avión Carabelle II de fabricación francesa se deslizó suavemente pero no contaron con que la falta de aire en uno de sus neumáticos obligaría a que el lado derecho del tren de aterrizaje recargara el peso provocando que se quebrara ese lado. Después de unos minutos de deslizamiento incontrolado, la nave frenó bruscamente. El piloto y acompañantes se golpearon en la cabina.
   -- ¡En la madre! -- Gritó el Patrón -- ¡Se pegaron en la madre los pilotos, rápido suban a ver que les pasó... tengan cuidado, no se vaya a prender esa madre! -- Héctor Omega, Martín Beta, Ariel  Appel, Sebastián Noriega, Juan Chaquira, Félix Amador, Antón Benavides e Inocencio Deivid trataron de subir al avión.
   Una explosión en la cabina obligó a los narco federales a desistir de sus propósitos. Esperaban que la conflagración se extendiera por toda la nave. No fue así. Repuestos de la impresión y seguros de que no había fuego subieron -- Uno de los pilotos está sangrando -- Informó por radio Juan Chaquira -- aquí esta otro pero parece que no le pasó nada ¡ah cabrón! Aquí esta otro que parece que está quemado, se queja mucho... ¡Allá esta otro!, se queja del pecho, tiene la mano ensangrentada -- la información era retransmitida al yanqui quien a su vez se enlazaba con Tirso Molina pidiéndole información para saber dónde llevar a los heridos.
   -- Mira -- Respondió -- a los heridos tráetelos para La Paz, al rato te digo en que clínica, en cuanto a lo del avión que lo vayan descargando ¿No hizo mucho ruido esa madre?
   -- No, la explosión fue solo en la cabina.
   Los pescadores que recién se habían dormido despertaron bruscamente al oír el estruendo del avión al hacer tierra. Javier sacó unos binoculares. Alcanzó a distinguir cuando el fuselaje pegaba en la pista. Como la madrugada era clara y con la ayuda de las lámparas, en la pista se veía todo lo que pasaba -- Es un avión grandísimo, parece que va enterrando las llantas ¡en la madre!, pegó de pico  --  Le  explicaba  a los Clementones -- ¡Vamos, a lo mejor necesitan ayuda!
   -- Mira valecito -- Contestó Clemente Trasviña -- aquí ocurren muchas cosas ¿tú crees que esos cabrones no tienen todo previsto? -- Aseguró sus palabras dirigiéndose a su compadre -- ¿Verdad tocayo?
   -- Si tocayo -- Respondió Clemente Ortiz -- aquí al menos una vez por semana aterriza una avioneta.
   -- De acuerdo -- Respondió Javier -- pero no todos los días se accidentan, además esta no es una avioneta, es un pinche avión grandote.
   -- Más vale que no te metas en esos asuntos si quieres seguir vivo -- Le dijo Clemente Ortiz.
   -- ¡Miren! Se ven un chingo de carros, yo creo que les cayó la judicial y los soldados porque se ven algunos camiones.
   En el lugar del avionazo, el Abogado recibía nuevas indicaciones del yanqui -- Pasen la carga pa´los camiones, orita estoy con ustedes pa' enterrar esa madre, manda  alguien con Leyva para que vayan buscando un operador de motoconformadora -- luego preguntó -- ¿Con quién mandaste a los pilotos?.
   -- Con el Félix y el Antón, llevan el radio de Inocencio para estar al tanto.
   -- Bien, diles que a la entrada a la ciudad de La Paz les estará esperando un taxi, el número 34, transbordan a los heridos, el taxista ya sabe para donde los va a llevar, los muchachos que le sigan de lejos hasta la clínica, de ahí se van para el lugar convenido, ahorita voy por la desviación, en unos minutos estoy con ustedes -- En el trayecto cambió de parecer. Llegó a la población de Todos Santos para ayudar al comandante Kino en la búsqueda del operador. No tuvo que buscar mucho, se lo encontró sobre la carretera -- Quiubas -- lo saludó -- ¿Ya encontraste al maquinista?
   -- No -- Respondió un tanto asustado por la falta de experiencia
   -- Qué chingados, ¿de qué sirves pues?
   -- En el Ejido Plutarco Elías calles hay un amigo que maneja esas máquinas.
   -- Vamos por él.
   Ricardo Geraldo se encontraba desayunando frijoles refritos. En una tortilla de harina ponía un trozo de chopito que mordía de cuando en cuando mientras sorbía un trago de café de talega como le llaman ellos al café colado en una bolsa de tela gruesa.
   -- Ahí es donde vive el compa -- Le señaló la vivienda el comandante  Pedro  Leyva  al  yanqui  de  la PGR. Parqueó la suburban azul marino a un lado de la casa de donde salió un perro moviendo la cola. Al abrir la puerta de la camioneta, el animal empezó a ladrar.
   -- ¡Ricardo! -- Gritó Pedro.
   -- ¿Quién? -- Respondió de la cocina al terminar de comer la enésima tortilla con queso.
   -- Yo, el Palas, queremos que nos haga un jale.
   -- No puedo -- Respondió Ricardo desde el umbral de la puerta principal -- estoy saliendo a Cabo san Lucas, en cuanto termine de desayunar me voy.
   -- Hay un buen billete, te conviene -- Le dijo el comandante. El yanqui en voz baja le dijo que le ofreciera 1000 dólares -- quinientos dólares ahorita y quinientos al terminar ¿Qué ondas, te animas?
   -- Ni por todo el dinero del mundo, ya te dije que voy a Cabo san Lucas.
   -- Vamos -- Invitó el yanqui -- te vamos a llevar a San Lucas y así regresas más rápido.
   Ricardo confiaba en su paisano Pedro Leyva. Subió a la suburban ante los ladridos del perro que corría de un lado para otro. Frente a los ojos de Ricardo apareció una pistola calibre 45 -- ¡Vas a jalar hijo de tu chingada madre! -- Le amenazó el comandante de la PGR.
   -- No, pos así si baila mija con el señor.
   -- Discúlpanos compadre pero es un asunto de la federal, quieren enterrar un avión porque viene atrás de este otro con cocaína, lo estamos esperando desde anoche para partirles en su madre a los narcos.
   -- A mi no me tienes que decir nada, mi trabajo es mi trabajo y no le pido explicaciones a nadie ¿Cuánto dicen que me van a pagar?
   -- Un quinientón ahora y quinientos al terminar.
   -- Vamos pues, ¿dónde tiene la máquina?
   -- Orita la va a traer Víctor Castillo en la cama baja.
   Cuando llegaron a Lomas de Baturi, los camiones de la Conasupo salieron con la carga -- Se la llevan al rancho Jesús María, el Veintinueve y el Cinco ya saben dónde queda -- Ordenó el yanqui. Dirigiéndose a Juan chaquira y a Rubén Fierro dijo -- Ustedes les ponen  cola, que vayan con ustedes solo gente nuestra, no quiero broncas, la carretera está despejada, vayan con confianza.
   A lo lejos los Clementones le pedían de favor a Javier que no se dejara ver mucho -- Agarra la onda -- Le dijo Clemente Ortiz -- anda mucha gente y no parece que sean muy amistosos, además nos traerían en vueltas las autoridades -- entre dientes le dijo a su compadre -- Y luego este cabrón trae ese aparato para tomar películas, luego si enseña ese cine nos van a chingar.
   -- Déjalo, si acaso nos llaman las autoridades les vamos a decir que nosotros no andábamos con él.
   -- Pero ha estado volteando la cámara para todos lados, de seguro ya estamos en la película.
   -- ¡Vámonos Javier! -- Gritó enojado Clemente Trasviña -- Ya son las siete de la mañana y no tarda en llegar tu papá, ¿qué le vamos a decir si no tenemos la caguama que le prometimos? -- Siguió hablando solo -- se va a enojar con nosotros -- se acercó tomándolo del brazo -- estamos perdiendo el tiempo.
   -- ¡No! Déjame, he reconocido a un cabrón que anda con los judiciales, esta película costará una feria, siempre que hacen un decomiso se quedan con la mayor parte, de aquí salgo de jodido
   -- O muerto -- Sentenció Clemente Ortiz que ya asomaba síntomas de desesperación ante la negativa del jovenzuelo -- ¡Vámonos a la chingada! ¿Tú crees que ahorita no caerán los militares? Esos cabrones espían todos los lugares y rancho por rancho. Vámonos a pescar y así no nos encontrarán cerca del paraje -- lo convenció.
   Cuando salían los camiones con la carga blanca, llegó Víctor Castillo manejando un trailer que transportaba una motoconformadora que previamente había conseguido el director de Obras Públicas, Santos Martínez. En las maniobras de desembarque le ayudó Ricardo Geraldo para después ponerse a cavar un pozo en la parte delantera del avión. 4 horas más tarde lo dejaron solo.
   -- ¡Vámonos! -- invitó el yanqui -- Hay que despejarnos con unas chelas.
  Ricardo se quedó perplejo. A él le habían dicho que esperaban la llegada de otro avión procedente de Colombia. Prefirió no hacer ningún comentario ya que la verdad se hizo en su cerebro -- Con razón no están los marinos y los militares -- pensó -- estos cabrones lo tenían todo arreglado, el pedo es que si no me pagan la otra feria me tengo que aguantar porque son capaces de matarme, ni pedo, me tocó perder.
   -- Toma Ricardo -- Le dijo Pedro Leyva sacando de sus cavilaciones al operador -- el comandante de la federal me pidió que te diera este otro quinientón por ahorita y que más delante te mandará otra feria.
   -- No, no no, dígale a su amigo que con esto me alcanza pa´ la casa, el jale no lo voy a reportar con el patrón.
  -- Eso quería pedirte, no quiero que lo comenten con nadie -- añadió -- los jefes esperan en éstos días la llegada de aviones cargados con droga, les vamos a pegar en su madre a los narcos.
   -- Ta' bueno, ten seguridad de que de mi boca no saldrá nada -- le contestó no muy convencido.
   A las 10:45 horas del domingo 5 de noviembre de 1995, los lujosos vehículos Suburban, Explorer, Cheroques, Silverados, Jeep, Altima, Mazda, Ghia, Ram Charger y Toyotas, robados en el  extranjero,  enfilaron  con rumbo la carretera a  grandes velocidades. Al pasar por el vado la Víbora, la cheroque color blanco, que viera Jacinto Romero y Camilo Cruz en la casa rosa de Fidepaz, manejada por el Chino Chang, sufrió una voltereta donde resultó herido un judicial del estado -- Pero qué chingados -- Se quejó el yanqui fuera de sí -- este pedo está saliendo mal, estamos salados, parecen mayates ¡Pasen a los heridos a la Suburban! Si no fuera por el cartel de Tijuana ya hubiera botado este jale, ya nomás falta que aparezca un bandido y nos robe la coca -- de pronto se quedó callado -- Chin -- pensó -- no sería mala idea, de aquí salgo de pobre -- el miedo a los capos  de  Tijuana  le hizo entrar en
razones -- No, vale más que no le mueva, aquellos cabrones están muy pesados.
   Después de dejar al judicial en la clínica, María Luisa de la Peña, donde estaban atendidos por el médico centroamericano Pedro Menchú los heridos del avión, los participantes del operativo Bajada se dispersaron. Inocencio Deivid, Rulesindo Lobato y el yanqui se fueron a Pichilingue -- Pa´ despejarnos de este pedo yo invito -- Dijo el comandante de la federal.
   Cuando pasaban por el malecón costero, por la calle Salvatierra, Inocencio reconoció al periodista Jacinto Romero que comía almejas chocolatas junto al policía Antonio Nieto y al comerciante Héctor Méndez -- ¡Mira! – Señaló Inocencio -- ahí está ese cabrón -- luego se dirigió a Rulesindo -- esta con su primo Nieto.
   -- ¿Quién es? -- Preguntó el yanqui.
   -- El cabrón que trae de cola al hermano de este compa -- contestó Deivid -- resulta que reconocieron al Auspicio, cuando levantaron al Güero Sol del Rosarito, hace unos días le puso el dedo con el Ringo, le mandó un escrito donde hace referencia de algunos de nosotros.
   -- Si quieres orita le damos en su madre -- Añadió el yanqui   -- traigo la sangre caliente.
   -- No, calmado, ese guey que está con él es el comandante de homicidios y además el Ringo no quiere que le hagamos daño   porque   se  nos  haría  un  pedo  mundial  --  Añadió  el comandante Inocencio -- hace poco le quisimos poner un cuatro con la muerte del periodista del Heraldo de México pero nos descubrió el pastel, es más, si ese guey se pone abusado nos corren a la chingada, lo bueno que el gobernador tiene controlado a todos los periodistas y nadie le quiso ayudar.
   -- Ya, que sea pa´ menos, haber cuéntame, tenemos toda la tarde para conocer la historia -- Se interesó el comandante de la policía judicial federal Rafael Stanley.

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