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La brutal muerte del Mañanitas

¿Quién ordenó mi muerte? Clama Gilberto desde ultratumba (Crónica periodística publicada en la revista Cárcel Propia, diciembre de 2004) ¿El Min? ¿El Julio? ¿El Jean? ¿El Cruz? ¿La Mónica? ¿La dama Equis? Yo, Gilberto Amador Talamantes, burócrata con años de servicio, clamo desde la muerte a mis compañeros de trabajo y a mis amigos beisbolistas: no permitan que mis asesinos anden libres, mucho menos que quien ordenó mi ejecución camine impune entre los míos. Ese pensamiento resonó en mi mente al ver la fotografía de “El Mañanitas” en El Peninsular. Su desaparición misteriosa culminó con el hallazgo de un cadáver que la escena del crimen desnudó: ejecución pasional o venganza personal. Conocí a Gilberto un día en que Enrique Cota protagonizaba una huelga de hambre en la explanada de Gobierno, bajo el mástil de la bandera, exigiendo justicia. Ya lo había visto antes, pero esa vez me pareció un hombre singular: de temperamento firme, no del montón. Lo volví a encontrar en el Institu...

De aquellas escaramuzas revolucionas

Palabras previas del autor de la novela BCS ante la Corte gringa Escribir una novela histórica o judicial no es tarea menor: exige sumergirse en el corazón de los hechos, desentrañar los expedientes y rastrear el origen de las causas con la precisión de un arqueólogo y la pasión de un poeta. No se trata solo de iluminar a los eruditos —historiadores o juristas, ese círculo selecto de entendidos—, sino de ofrecer una palabra escrita que, como el libro sacro sugiere, esté sazonada con verdad y humanidad, capaz de resonar en el alma de cualquier lector, sin importar su origen o saber. El doctor Francisco Javier Carballo, en su advertencia al libro La Revolución de Ortega en B.C.S., sentencia con aguda ironía: “El primer requisito del que escribe historia es la ignorancia, una ignorancia que simplifica y aclara, selecciona y omite.” Esta máxima, que podría extenderse al ámbito judicial, nos invita a despojarnos de prejuicios y a narrar con una mirada limpia, sin inclinaciones que favorez...

De 272 a 295 asesinatos

Para ver los atajos del teclado, presiona el signo de interrogación Ver atajos de teclado Cuántos periodistas y defensores de derechos humanos han sido asesinados y desplazados en México en los últimos 7 años Obtener cifras exactas sobre periodistas y defensores de derechos humanos asesinados y desplazados en México durante los últimos 7 años (2018-2025) es un desafío debido a la variabilidad en las fuentes, la falta de datos completos para 2024 y 2025, y la complejidad de registrar desplazamientos forzados. Sin embargo, basándome en la información disponible hasta octubre de 2024, proporcionaré un análisis lo más preciso posible, citando fuentes confiables y destacando limitaciones. Asesinatos Periodistas: 2018-2021: Según la Secretaría de Gobernación (Segob), hasta julio de 2021, 43 periodistas fueron asesinados durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que comenzó el 1 de diciembre de 2018. 2022: Artículo 19 reportó 5 periodistas asesinados en las primeras semana...

La ejecución

La Ejecución 14 de junio de 2025 El sábado 27 de mayo de 2001, el comandante Guillermo Murrieta López fue encontrado acribillado en la colonia Tlalnepantla, Estado de México. Su cuerpo, perforado por balas, yacía como un mensaje brutal en el asfalto. —¡Puta madre! — exclamó Jesús Ignacio, con los ojos fijos en el periódico que relataba el crimen. —El perfil de la ejecución huele a la célula de Miguel Nazar. —¡Cállate, cabrón! — lo cortó Miguel Ángel, con un gesto seco. —Ese cabrón es cosa seria. Hay que esperar el llamado del jefe para saber qué hacer. José Luis Lara, el más joven del grupo, escuchaba en silencio, absorbiendo cada palabra. Sus patrones, los Carrola, hablaban con una mezcla de rabia y cautela que lo intrigaba. —Tú no los conoces, José Luis —dijo Jesús Ignacio, notando su atención. —Eres muy chavalo, pero ya irás conociendo la mierda de este país. —Sí, señor —respondió José Luis, con la voz firme pero cargada de curiosidad. El sonido estridente del teléfono los hizo brin...

Detienen a Rodimiro

Detienen a Rodimiro Tras un año protegiendo a narcotraficantes en contubernio con los jefes políticos del estado, el comandante Alberto Robledo Serrano fue trasladado en 1991 a Tamaulipas, donde continuó sirviendo a los intereses de los capos más poderosos. En su lugar, llegó a Baja California Sur un nuevo comandante, procedente de San Luis Río Colorado, con una reputación temida. Apenas una semana después de su arribo, en colaboración con Guillermo Murrieta López, encabezó un operativo que culminó con la detención de varios narcotraficantes que operaban en la Isla del Carmen. Los periodistas Alberto González y Jacinto Romero entrevistaban al delegado de la PGR, Mario Lagos Hernández, cuando un grupo de agentes federales, acompañados por sus "madrinas", irrumpió en las oficinas de Márquez de León con siete detenidos. Entre ellos, Alberto reconoció a uno de inmediato. —¡Mira! —le susurró a Jacinto— Ese cabrón es Rodimiro Amaya Téllez. —¿Quién es ese pendejo? —preguntó el j...

Todos fueron ejecutados

El Proud Lady: Una danza en las sombras del poder Baja California Sur, un lienzo de desiertos abrasados y mares que guardan secretos. En sus costas, donde el sol quema la piel y el viento susurra traiciones, la península se convirtió en un tablero de ajedrez para el narcotráfico. La DEA, con sus ojos de halcón, comenzó a escrutar la navegación marítima, alertada por un rumor que corría como pólvora: los políticos de la región, guardianes de la ley en apariencia, eran cómplices de los narcos colombianos que usaban estas tierras como puente para sus cargamentos de polvo blanco. En el centro de esta telaraña estaba Michael Roger Batista Beesbe, un hombre de mirada esquiva y nervios de acero. Confesó, con la frialdad de quien sabe que ha perdido el juego, que entregaba 200 mil dólares a Raúl Salinas de Gortari, hermano del presidente de México, por cada cargamento que cruzaba la ruta de Baja California Sur. Pero el destino le tendió una emboscada: el 25 de agosto de 1990, minutos despu...

Un pitazo a la federal

Un Pitazo a la Federal Cartagena, Colombia. Julio de 1989. Bajo el sol abrasador de Cartagena, donde el aire salado se pega a la piel como una segunda sombra, los primeros días de julio de 1989 traían un rumor de esperanza en las páginas de un periódico local. En un aviso clasificado, la compañía Proflet S.A., con oficinas en el imponente edificio América Latina, buscaba marineros, cocineros y oficiales. En una ciudad donde el trabajo bien remunerado era tan esquivo como un pez en alta mar, los habitantes ojeaban con avidez esas páginas, buscando un destello de oportunidad. Antonio Hinestrosa, un hombre de manos curtidas por las cuerdas de la base naval, aún sentía el eco de un accidente que lo había postrado en un hospital durante un mes. Dado de alta, pero sin empleo, sus ojos se detuvieron en el anuncio. Con el corazón latiendo entre la duda y la necesidad, cruzó las puertas del edificio América Latina. Allí, Félix Quiñones, con un aire de autoridad desganada, lo recibió y, tras...