La brutal muerte del Mañanitas
¿Quién ordenó mi muerte? Clama Gilberto desde ultratumba (Crónica periodística publicada en la revista Cárcel Propia, diciembre de 2004) ¿El Min? ¿El Julio? ¿El Jean? ¿El Cruz? ¿La Mónica? ¿La dama Equis? Yo, Gilberto Amador Talamantes, burócrata con años de servicio, clamo desde la muerte a mis compañeros de trabajo y a mis amigos beisbolistas: no permitan que mis asesinos anden libres, mucho menos que quien ordenó mi ejecución camine impune entre los míos. Ese pensamiento resonó en mi mente al ver la fotografía de “El Mañanitas” en El Peninsular. Su desaparición misteriosa culminó con el hallazgo de un cadáver que la escena del crimen desnudó: ejecución pasional o venganza personal. Conocí a Gilberto un día en que Enrique Cota protagonizaba una huelga de hambre en la explanada de Gobierno, bajo el mástil de la bandera, exigiendo justicia. Ya lo había visto antes, pero esa vez me pareció un hombre singular: de temperamento firme, no del montón. Lo volví a encontrar en el Institu...